lunes, 13 de marzo de 2017

CENACOLO VINCIANO. MILANO.


Y una vez que te hayas despertado deberás permanecer eternamente despierto.



En este caótico mundo todavía quedan pequeños placeres, incluso placeres místicos para un esteta, como es la contemplación de esta genial obra del maestro Leonardo Da Vinci.

Su famosa Última Cena está en Milán en el precioso templo de Santa María delle Grazie. Una de las más famosas pinturas creadas por el hombre, servía para decorar la pared del comedor de los frailes dominicos que vivían en este convento. Es paradójico.








La obra la realizó Leonardo entre 1495 y 1497 y al parecer en su encargo intervino Ludovico Sforza, il Moro, Duque de Milán pues quería que este convento fuera el Mausoleo de su familia.

Leonardo trabajaba para el capo de Milán . Yo mismo pude leer una carta escrita por él mismo en donde se ofrecía a los Sforza como experto constructor de defensas militares y de mortíferas armas de guerra.

Sin embargo, en la Última Cena nos muestra su lado más artístico, más amable aunque polémico.

Leonardo no se tomó la obra a la ligera ni mucho menos. Sabemos que hizo innumerables bocetos de los apóstoles y cuenta la leyenda que recorría Milán en busca de rostros que le inspiraran. Fue muy minucioso.




Entonces ¿ Qué creen que es esto ? ¿ Es la figura de un apóstol afeminado o es una mujer ? Yo lo tengo muy claro pero ustedes háganse una idea.
Imagínense la cara que pondrían los monjes dominicos cuando vieran esto y estamos hablando del siglo XV. 

De lo que no cabe duda es de que Leonardo le echó un par de pelotas y nos dejó un simbolismo claro para el que quiera ver.

El tema de la obra no era nuevo ni mucho menos, era muy común y representa la última cena de Jesús con sus apóstoles después de comunicarles que sabía que uno de ellos lo iba a traicionar por dinero, algo, por otro lado, muy habitual entre los humanos.



La pintura como podrán apreciar por las fotografías está muy deteriodada. Ha sido restaurada con éxito pero es que se empezó a degradar nada más que se terminó. 

Es otro misterio que rodea a esta obra ya que el maestro Leonardo no pintó al fresco sobre la pared como habría sido lo normal. Utilizó la técnica del temple, enluciendo primero la pared con yeso y pintando luego al óleo. Una técnica más delicada y desde luego perecedera.

Pero esta obra maestra ha sobrevivido a todo. A los siglos, a las tropas de Napoleón, a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y también nos sobrevivirá a nosotros de eso no tengo ninguna duda.

No es fácil  visitar el Cenacolo más que nada porque los grupos son muy reducidos y solamente se puede estar en la sala 15 minutos. Son suficientes para hacer unas fotos y un poco de vídeo, pero muy cortos para poder apreciar todo lo que esta pintura engloba.

Ahora que si algún día tienen la suerte de visitar Milán, no lo duden, ésta es una visita obligatoria. Aunque no les guste mucho el arte les aseguro que notarán el magnetismo del genio de  Leonardo da Vinci. Sentirán que están delante de algo único.



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