domingo, 24 de septiembre de 2017

K5 ARGIÑANO.



IN VINO VERITAS.




La verdad es que tenía ganas de probar este K5 ARGIÑANO, pero no es fácil de conseguir así que aproveché ayer una visita a El Corte Inglés y por suerte allí si que lo tenían.

Karlos Arguiñano es un cocinero muy mediático, creo que en España es el más conocido porque lleva muchos años enseñándonos a cocinar por televisión. También es muy polifacético y una de sus aventuras es esta Bodega K5 de la que es socio.



El vino que vamos a catar hoy es un Txakolí, el vino blanco más típico del País Vasco. Es de cosecha 2.014 y tiene Denominación de Origen Getariako Txakolina.

Es monovarietal, al 100% de uva Ondarribi Zuri y es una bodega muy moderna, si pueden échenle un vistazo por Internet que vale la pena.

Está situada en la localidad de Aia, con las vides mirando al Cantábrico y cerca de localidades tan bellas como Guetaria, Zarautz y San Sebastián.



Según dicen los especialistas el Txakolí ha dado un buen salto de calidad en los últimos años. Es un vino blanco distinto a los que hayamos catado hasta la fecha, tiene un toque especial.

En cuanto a su maridaje es un vino ideal, claro está, para pescados y mariscos, pero el K5 tiene el suficiente cuerpo como para ser usado también con las carnes.





AVEKRÉNIDES KATA.

En la copa presenta un color amarillo pálido tirando hacia un suave verdoso, bastante limpio y cristalino.





Seguimos el ritual y removemos la copa, nuestra nariz se impregna de los matices que desprenden sus aromas.

La verdad es que huele muy bien, con aromas intensos a frutas, flores y sobre todo lo encuentro muy cítrico. Es un vino que rebosa frescura.

En boca no esperen un vino blanco dulzón, éste no es de esos. De hecho tiene una crianza de 10 meses en las mismas tinas de acero inoxidable lo que le da ese cuerpo.

Tiene una entrada muy fresca, golosa diría yo, seguida de una acidez persistente hasta el final. Está bien equilibrado, creo que les ha salido un vino muy redondo.

Este K5 es un vino de gran nivel, fresco, intensamente aromático. Su precio tampoco es desorbitado pues la botella nos costó 13,5 euros. Como todos los blancos es obligatorio que se sirva frío.

Un vino con el que van a disfrutar y que por supuesto está rico, rico. 




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